17.7.10

y yo a ti, ciudadano anónimo

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[ espacio reservado para una fotografía mediocre ]


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cualquiera que me conozca un poco sabe de mi especial antipatía hacia cualquier tipo de fuerza y cuerpo de seguridad del estado, sea este sólido, líquido o gaseoso. los que hayan aguantado el tirón y compartido alguna cerveza habrán oído mis descabelladas teorías a base de "el hombre y la muerte" de morin, la transcendencia histórica de los magnicidios (ay, la nostalgia de cuando carrero blanco se proclamó plusmarquista mundial en salto de altura), la muerte como concepto cultural, la intrascedencia humana, la dignidad, ese mal invento.
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"y sobre todo me molestaba ver, en unas pequeñas bases de madera, pequeñísimos cocodrilos embalsamados y cubiertos de barniz; erguidos sobre las patas traseras, ofreciendo grotescamente la cáscara de un huevo para meter cigarrillos o mondadientes. la sátira de las formas naturales es una de las cosas en las que mejor se evidencia la insuficiencia del ingenio humano. la naturaleza es grave e impenetrable. y es más fácil que un artista haga sonreír con la caricatura de dante, u otro personaje igualmente venerable, que acierte con la parodia de un perro o un burro."
méxico, emilio cecchi
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en primero de carrera tuve una compañera que se puso a llorar en el aula, durante un descanso, porque no le gustaba como le había quedado un peinado nuevo. años después me enteré que se había hecho policía local; de hecho, la vi una vez cortando un cruce en la avenida del puerto a propósito de a saber qué.
miedo me da que a personajes de tal estabilidad emocional los equipemos con una pistola y la presunción de veracidad.
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"¿ah, que no es una pistola de verdad? ¿es de chocolate? ¿me da un trocito?"
daniel, interpretado por nancho novo, en la película astronautas
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"yo quiero ser policía" -dijo el peor alumno de mi hermana, un niñato idiota y molesto-,
"yo quiero ser policía para tener la razón siempre."
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le estaba intentando sacar una foto a mi hijo y al bob esponja que había hecho en el cole cuando veo que corre a esconderse detrás de una columna. se asoma y me dice: "me está saludando." miro y veo a dos policías jovencitos a pie y otros dos montandos, mayores, encima de su coche; uno gordo, el copiloto, saludaba con la mano.
intenté ignorarlo, pero insistió: "sube, sube al coche, ¿quieres subir?"
le comenté a d, mientras uno de los fosfis pasaba cerca:
- ves d, si tuvieran algo que hacer y no se aburrieran, no estarían saludando a niños...
el fosfi que quise que me escuchara lo hizo y grácil, dócil, fue a comentárselo a sus compañeros.
visto que la foto se resistía y d, en parte gracias a la ocurrente intervención de los maderos, no me proporcionaba más que instantáneas mediocres, le cogí de la mano y me dirigí hacia la plaza del untamiento, pues teníamos que esperar a k, y d suele entretenerse con las palomas, corriendo de un lado a otro, y ahí no hay peligro inminente ni de coches ni de aglomeraciones.
el gordo bajó del coche, ofendidísimo, y me dijo (en el modo arrabalero que les suele ser inherente): "oye tú, disculpa por haber sido amable con tu hijo." y luego que si cuando me hiciesen falta recurriría lloriqueando ellos...
- si es que tengo razón, os aburrís, si no, no estaríais paseando con el coche por una calle peatonal ni saludando a niños.
una de las fosfis, rubita, con coletita, jovencita y con pendientito de bolita, parecidita a aquella compañerita de clase mía, me miraba, resoplaba y negaba: "qué antidemocrático, qué terrorista, qué valores le enseña a su hijo" y esa clase de cosas, imagino, le deberían estar pasando por cabecita.
- habéis entrado en oposiciones de a mil quinientos, menudo criterio.
el gordo, frustrado, terminó espetando: "eso, venga, vete, lárgate."
me recordó a la maneras de nuestro camps en el video en el que un joven le increpaba y se largaba. los dos armarios-guardaespaldas quedaron en todo momento fuera de plano. chulería barata, cobarde, de párking de discoteca con amigotes.
se me pasaron mil cosas por la cabeza pero una reflexión silenciosa prevaleció sobre el cacareo de barbaridades. "¿y quién me protegería de los que me protegen? ¿a quién le diría "oye, que este nos está molestado a mi hijo y a mí mientras paseamos tomando fotos"? ¿depende todo, pues, de no herir la sensibilidad de nuestros sacrificados maderos?" y pensando esto llegué a la plaza mientras los fosfis resoplaban y la rubita seguía negando, como esos perros bobos de cabeza basculante que se ponen en la bandeja del coche.
les estropeé la tierna escena cowboy. ¿si d se hubiese subido, le hubiera puesto la gorra y permitido hacer sonar el cláxon? ¿le hubiesen dado un donut?
qué neoyorquino.
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"-¡diles que no me maten, justino! anda, vete a decirles eso. que por caridad. así diles. diles que lo hagan por caridad.
-no puedo. hay allí un sargento que no quiere oír hablar nada de ti.
-haz que te oiga. date tus mañas y dile que para sustos ya ha estado bueno. dile que lo haga por caridad de dios.
-no se trata de sustos. parece que te van a matar de a de veras. y yo ya no quiero volver allá.
-anda otra vez. solamente otra vez, a ver qué consigues."

dile que no me maten, 
juan rulfo

14.7.10

bungalow

soy el bungalow veraniego para unas 30 ó 40 familias de mosquitos.
creo que en lugar de sangre tengo nesquik.

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13.7.10

gris


inventar és sa meva forma
de multidiscapacitat...
"tornar a sa terra", antònia font

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Luis Collado fue un médico nacido en 1520 en Valencia, y fallecido en 1589 en la misma ciudad.
Fue catedrático de Principios, de Práctica y, durante diez años, de Práctica Particular. También lo fue de Anatomía, disciplina en la que destacó notablemente y que le dio fama, y en la que colaboró con Pedro Jimeno.
Fue un intelectual moderno, discípulo y defensor de Andrés Vesalio. En su obra sobre Galeno defiende las tesis vesalianas sobre las de Jacques Dubois (conocido como Jacobo Silvio). En esta obra, además, Collado menciona el hueso estribo, al que dio ese nombre.

1

a la bici, muy a mi pesar, todavía se resiste, pero de un tiempo a esta parte le encanta el patinete. sale del cole, se termina la merienda mientras papá -
vamos papá- pedalea hacia casa.
cogemos el patinete y -como llevamos una buena tanda de parques "de los grandes" y solanas- decidimos quedarnos cerquita de casa. la plaza del doctor collado parece un lugar perfecto para patinar. círculo, círculo, dice d haciendo el gesto tan amplio como le alcanza el brazo. porque claro, de columpios ni hablamos, que del quince al diecinueve aquí se monta la de dios y ya me van despejando esto, caballeros. y en verano se montan en el crucero, las hijas de.
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lo hemos leído muchas veces, lo hemos oído decir de mil maneras distintas. pero los más polemistas lo rumiamos y en el proceso lo vamos exagerando, para luego soltarlo en perlas cultivadas y como pulgarcito, poder encontrar el camino a casa. o tal vez las soltamos intentando que de una vez por todas el malo de la serie tenga un tropiezo y se estampe contra el suelo tras el típico sonido que acompaña al estar resbalándose en los dibujos animados: tiquitiquitiquitiquití... ¡pataplof!
- un coche más aquí es un campesino menos allá.
- ¿por qué un golpe dado con un coche es un accidente y un puñetado avalado por toda lógica de supervivencia es violencia?
- lo de los coches tiene ese toque de violencia latente: no vas a cruzar porque se te llevan por delante... es de cajón... el respeto se gana a trompazos.
- las cosas cada vez quedan más lejos porque intercalamos anchas avenidas... para que circulen los coches, porque las cosas quedan muy lejos.
- si lo asfaltamos todo para llegar más rápido, al final llegaremos enseguida... pero no habrá ningún sitio adonde ir.
- la ciudad es un párking. un puto párking. 
y te llaman exagerado, tremendo, alarmista, ingenuo e incluso amargado.

desgraciadamente, la realidad siempre supera a la ficción.
la atropella.

4

d hacía círculos, círculos y en ello estando se viene a meter el primero, con el tumbao que tienen los nissan al aparcar, ese ritmillo lento pero sin pausa del que piensa sabes que puedo llevárteme por delante no lo hago porque hay gente mirando. es decir, sí o sí, o te apartas o te aparto.
siguen los círculos, círculos de radio menor hasta que, para incredulidad del polemista, exagerado, tremendo, llega el segundo con más descaro todavía: mira y sonríe y la luz de freno vuelve a brillar.
d se me acerca con cara de no me gusta. y supongo que ni siquiera sabe porqué. de repente, un guionista espabilado hace pasar volando una pluma. d la atrapa hábilmente y me pide que la guarde en el bolsillo de la cámara, ¿cómo se pide? por favooor: el más mínimo vestigio de naturaleza, de curva, de ligereza, de forma orgánica, se guarda primero en el bolsillo y luego en la memoria, perdido entre rectas, puntas, esquinas de cemento.

5

de manera natural, d obvia la plaza y enfila con el patinete hacia la calle contigua. me entretengo con los graffitis sin poder dejar de pensar que tarde o temprano desaparecerán bajo el gris barniz del civismo de división de honor. una cosa son las firmas que como molestas moscas se posan sin pedir permiso sobre cualquier lugar: pero, ¿cómo puede alguien considerar que esa monotonía monocromática será mejor?

7

cuando d se cansa del modo pecera de su deambular, nos vamos a una terraza: le pide un boli al camarero -por favor- y se entrena en la cara B del civismo. esa canción que nadie escucha porque no se la saben, estando demasiado ocupados con el single oficial.

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