26.10.10

yo la maté

Romero con gota
(foto de eduardo rojas)


el romero es un arbusto leñoso de hojas perennes muy ramificado, puede llegar a medir 2 metros de altura. lo encontramos de color verde todo el año, con tallos jóvenes borrosos (aunque la borra se pierde al crecer) y tallos añosos de color rojizo y con la corteza resquebrajada.

las hojas, pequeñas y muy abundantes, presentan forma linear. son opuestas, sésiles, enteras, con los bordes hacia abajo y de un color verde oscuro, mientras que por el envés presentan un color blanquecino y están cubiertas de vellosidad. en la zona de unión de la hoja con el tallo nacen los ramilletes floríferos.
las flores son de unos 5 mm de largo. tienen la corola bilabiada de una sola pieza. el color es azul violeta pálido, rosa o blanco, con cáliz verde o algo rojizo, también bilabiado y acampanado. son flores axilares, muy aromáticas y melíferas (contienen miel), se localizan en la cima de las ramas, tienen dos estambres encorvados soldados a la corola y con un pequeño diente.

el fruto, encerrado en el fondo del cáliz, está formado por cuatro pequeñas nuececitas trasovadas, en tetraquenio, de color parduzco.

se cría en todo tipo de suelos, preferiblemente los áridos, secos y algo arenosos y permeables, adaptándose muy bien a los suelos pobres. crece en zonas litorales y de montaña baja (laderas y collados), desde la costa hasta 1.500 msnm. a más altura, da menor rendimiento en la producción de aceite esencial. forma parte de los matorrales que se desarrollan en los sitios secos y soleados en las zonas de encinar, zonas degradadas por la tala o quema y laderas pedregosas y erosionadas. florece dos veces al año, en primavera y en otoño.

*

bueno, pues a esta planta que aguanta tanto,
yo la maté.

19.10.10

¿crisis?

ciclista

era verano, la masa crítica volvía otro viernes a reivindicar... en esta ocasión nos encontramos con este caballero, un ciclista de los de toda la vida, nunca mejor dicho, al que no se le caía la sonrisa de la boca, que llevaba una bicicleta antiquísima, de 1903 nada menos... mantuvimos una breve conversación durante la cual compartió algo de su sabiduría conmigo. se me quedó grabada a fuego la siguiente frase: "¿crisis? ¿y cuando no teníamos qué comer, eso qué era muchacho?"
sus dos ojitos vivos y serenos fijos en los míos, y la media sonrisa eterna hicieron el resto.

18.10.10

tal vez

Paisatge d'hivern - Paisaje de invierno - Landscape of winter 3
(foto de fturmog)


¿si todos le decimos "no" al invierno, le haremos sentir mal y pasará de largo?

15.10.10

oído por ahí (2)

"¡piticlín, ven aquí!"
- una mujer a su perro, en el centro de valencia.

11.10.10

contra la mis

ximo


¿quién quiere parar cuando va ganando?
jugaba en la puerta del conservatorio y en la puerta del catecismo. corría y luego entraba con el flequillo empapado pegado a la frente, casi siempre tarde. me limpiaba con las mangas. a veces me mordía donde me había secado el sudor y luego, en un rápido acto de niño nervioso, succionaba mi salado zumo de prisa. y las mangas se me llenaban de puntitas, como pirámides mexicanas. “¿no tenéis calor?”, preguntaba, empezándome a dar de bruces con un mundo que ni mucho menos se medía desde o hacia mí.

no, no tenían calor. la catequista, de hecho, tenía frío.
recuerdo perfectamente el instante en el que dejé de creer en aquella farsante. recuerdo el instante, pero pienso que, muy probablemente, en mi cabeza no existía todavía ningún indicio sobre qué apariencia tenían los farsantes, no sabía qué era creer –por mucho que se empeñaran ella y otros-, ni qué diablos era dejar de. ¿cómo iba a dejar de con nueve años? pero si no desaprovechaba ni mi propio sudor…

sin saberlo, o precisamente por no saberlo, en aquel momento todo fue peor, todo se apagó, todo se tornó gris, todo se volvió un poquito más feo… cualquiera de esas expresiones de mierda sirve porque lo que sentí es tan simple y tan triste como una frase manida.
porque fue a partir de mi entrada triunfal hecho un zorro callejero que alguien le preguntó a la catecista leo (moriré con ese asqueroso dato escondido, matador, en alguna parte dentro de mí): “¿eso que tienes alrededor del cuello es un zorro de verdad?”
leo: sí.
alguien: ¿pero no te da pena?
leo: (y esta es la parte que llevo grabada a fuego) sí, bueno, peeero… es que yo necesito estar calentita.
y pronunciado el “calentita” se ajustó el zorro y se arrulló a sí misma como si fuese un palomo
 -se había invertido el orden natural: la piel del zorro cobijando a la paloma. como esos perritines de a kilo que degustan latas de carne de buey- y mis ojos de zorro abiertos de par en par, mirando a su familiar vuelto collar, otorgándole al maniquí un nivel de empatía igual a cero.

seguro que tuvo que ver más con mi manía de correr que con el incidente del zorro, pero el caso es que llegué a la comunión sabiéndome el padrenuestro cogidito por los pelos: ni avemaría ni hostia consagrada. muchísimo menos credo –que se me antojaba tela de largo. poco antes me confesé, se ve que ha de ser así.
atrapado en nervios, confesé:
m: a veces no le hago caso a mi madre.
cura: ajá. ¿qué más?
m: pues… le cojo la bici a mi hermana sin pedirle permiso.
cura: ¿y nada más?
“y nada más”. cómo se notaba que no había visto ni a mi madre ni a mi hermana cabreadas.
m: no sé.
pues claro que nada más, cabrón. todavía no me hacía pajas, si era lo que querías escuchar. yo sólo corría. y sudaba.

llegué a la comunión y me tiré toda la ceremonia quitándome los zapatos porque me apretaban. una amarga monja se la pasó llamándome la atención. luego leí, y claro, leí bien, a lo mejor hasta demasiado deprisa, porque por aquel entonces yo leía bastante, qué sé yo: “la historia interminable”, quino, astérix y tintín. recuerdo que leí “desayuno en tiffany’s” porque el nombre del autor me resultaba curioso, y porque mis hermanas se lo habían leído ya. “un libro de mayores.”

llegó la oblea, que engullí, y luego el asco de la copa. me daba tanta grima aquella copa colectiva que el vino entró como una mala noticia que no lo era tanto. yo diría que hasta me quedé con ganas de más –mi adolescencia confirmó la sospecha. y luego las estupideces de algunos niños repipis: “ay, qué susto, que se me pegó al paladar, que no voy a ir al cielo.” su puta madre.

luego la tal leo trabajó unos años en el supermercado. eso sí, siempre bien perfecta y peripuesta, con el siguiente mensaje que enviar al vulgo: “sé, sabed, sabéis todos que este no es mi lugar.” con el tiempo, cosas de la dinámica de fluidos, era del pp, y ahora es algo de cultura o de la mujer o no sé qué mierda en el ayuntamiento. las cosas, pues, han seguido su curso. han fluido de manera natural.
y yo me acuerdo de ella, de su arrullo, de su zorro y de los zapatos que me apretaban. por cierto, cómo no, salí corriendo de la iglesia, y gracias a esos zapatos de suela lisa que me apretaban resbalé y me di un morrazo contra el suelo, manchándome el blanquísimo pantalón del uniforme de marinerito: para la foto me tuve que poner de lado.

poco después me apunté a atletismo.

* * *

eran casi las tres de la tarde. venía de enchufarme un jarra con montadito, dos euros todo, aprovechando la oferta. me había pasado la mañana estudiando y ahora iba a recoger los últimos trastos a mi antiguo piso. de camino, me encontré con x. estaba cabizbajo.
no, qué carajo, cabizbajos podrán estar los pijos. estaba cabreado, asqueado, hasta los cojones. esto no era muy común en él, así que le pregunté y me contó.

x vive en el barrio. la mayor parte del tiempo se la pasa en la plaza donde yo ataba la bici, con sus amigos vino y sonrisa. es grandote, alemán de baviera, de bigote, de panza. chapurrea todos los idiomas del mundo. como cualquier persona sin hogar que renuncie a delinquir, ha construido con los años un entramado social que le permite sobrevivir al tiempo: comida de los restaurantes, cervecita o tinto de las bodegas, la compañía de todos.

aquel día estaba cabreado, asqueado, hasta los cojones. esto no era muy común en él, así que le pregunté y me contó: primero, la finca en la que vivía había sido declarada en ruinas (“no hay ni una grieta ni nada, está perfecta”) así que habrían de ponerle un candado y ya no podría entrar. “¿y ahora qué, adonde voy...? y el caso, el caso es que yo no necesito más”. se refería, imaginé, a un sitio donde echarse. sin más.
la imagen de aquel sabio paquidermo tumbado entre ruinas fue suficiente para sobrecogerme.
pero la imagen de aquel sabio paquidermo tumbado a la intemperie fue suficiente para desarmarme.
segundo, le acababan de negar una ayuda de la que hacía algunos meses le habló un abogado conocido suyo. le dijo que le correspondía. “cien, o doscientos euros, la ciudadanía”. le pregunté si tenía el documento. lo sacó del bolsillo y me lo mostró… “el motivo es absurdo”. se la había negado porque no había mantenido a la unidad familiar, o algo así. “pero… eso es absurdo, si yo no tengo familia, yo estoy solo, y así la pedí”.
seguí leyendo, y me miré el reloj.
“si te tienes que ir no te preocupes”.
“no, estoy mirando la fecha, porque estas cosas suelen tener un plazo para reclamar”.
la primera hoja advertía el motivo del documento, y que contra la resolución del mismo se podría recurrir en el modo y plazo indicados. pero en el documento en sí, el párrafo en el que debían aparecer el modo y plazo indicados había desaparecido: no como desaparecen los conejitos en una chistera, sino como lo hacen las cabezas en la guillotina… cercenado vilmente.
me fijé, y las últimas palabras del documento eran: “contra la mis”, fin del renglón. por no poner, ni le habían puesto punto final…
por lo poco que conozco de terminología legal, a lo que se refería aquella mis debía ser a la resolución, más concretamente, al recurso que se podía presentar “contra la misma”… pero no.
algún pijastro o pijastra, apoltronado en su despacho, sencillamente había seleccionado la mitad útil del párrafo y con solo apretar un botón mutó el resaltado azul en inexistente blanco. aquí las cosas no siguieron su curso, en estos despachos el agua no corre, se estanca y se pudre.
“x, esto lo puedes reclamar, y mejor que lo hagas cuanto antes. habla con tu amigo el abogado…”

tal vez leo, la eterna leo, la catequista que vive en mi cabeza, no sea mala… sino una bellísima persona, que incurre en zorros pero que adora acariciar cabecitas piojosas de niños hambrientos que roen mendrugos y se apartan moscas de los mocos de la cara... tal vez el pijastro o pijastra funcionaria no copió, pegó (y cercenó) el documento con mala intención. tal vez fue un error de imprenta, como el plagio de aquella. o un ineludible pitido de iphone que despistóle en mitad de su diligente tarea.

pero la sospecha está en que, cosas de la dinámica de fluidos, en algunos casos, las cosas siguen su curso natural… pero en otros muchos casos no.

al fin y cabo,
¿quién quiere parar cuando va ganando?

6.10.10

al seu món

al seu món no hi ha pols,
no existeixen les mudances,
ni les tasques burocràtiques,
al seu món està marlin buscant a nemo i vies,
vies de tren.

al seu món (2010)