24.6.10

el lugar donde pasan cosas (fragmento)

summer days, summer nights are gone,
summer days and the summer nights are gone,
i know a place where there's still somethin' going on…

me senté en la arena.
me sentía bien. pasó alguien corriendo por el paseo, despacito, un aficionado.
cuando me aburrí de escuchar mi propia voz desde dentro pude oír al mismo mar de todos los veranos que me decía sin parar:
“la más espantosa soledad: no ser pensado por nadie; la más espantosa soledad: no ser pensado por nadie; la más espantosa soledad...”
me levanté, me remangué los pantalones y me mojé los pies.
podría imaginar la escena vista desde fuera, por el espectador involuntario, por un corredor ocasional: el típico chico romántico, de aspecto ni muy cuidado ni muy descuidado pero con demasiada poca ropa para el viento que hace, con su libreta y su bolígrafo, amasando recuerdos, quizá inventándolos... quizá su vida consiste en eso, arrimarse a algún contexto bonito, inventar recuerdos divertidos con amigos inventados, mojarse los pies en el mar y marcharse a casa a seguir con el protocolo de seguir vivo: abrir puertas con llaves que alguien puso en nuestro bolsillo cuando decidió que ya teníamos edad o consideró la mísera nómina de camarero, saludar con educación a otros que ni son nosotros ni son como nosotros: pero el caso es que están allí y de no apartarnos nos tropezaríamos con un pedazo de masa ajeno. intercambio de “holas” con hache, nada que ver con las revelaciones del mar. encender la luz, abrir una nevera, enchufar la tele, subir la temperatura: la imaginativa gama del ser humano gastando electricidad. dormir, por fin, la actividad inocua, tal vez porque es estar un poco muerto; o todo lo contrario, cogiendo carrerilla para poder seguir gastando más mañana.
*
siempre me cuesta dormir, y siempre que me cuesta dormir empiezo a engendrar ideas absurdas, a veces divertidas: por lo tanto, mis estancias en la cama son un continuo de ideas absurdas, a veces divertidas.
por ejemplo, la goleada al que duerme.
acercarse despacito al amante y, apenas modificando su estado, regalarle la mejor felación de su vida. y dejarlo durmiendo de nuevo.
o bien acercarse al vecino brutal, que duerme, y llevarse su vida manchada en un hacha. y dejarlo morir al fin.
una auténtica victoria por goleada ante el equipo inerte que al mismo tiempo está y no está: está para divertirnos. es más divertido apedrear ranas que apedrear sin más. todo el mundo lo sabe.
y me dormí, y aquella noche soñé con ranas.

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